-“Parece ratita”- Fue la primera y dulce expresión que dijo
mi hermana cuando me conoció.
No, la verdad no recuerdo el día en que nací, ni si quiera
recuerdo lo que comí ayer, pero sé que eso sucedió.
Toda mi familia se encontraba en el hospital desde muy
temprano, siete de la mañana para ser más exacta, todos ahí reunidos esperando
mi llegada. Habían pasado diez y doce años desde que nacieron mis hermanas, así
que un nuevo bebé era gran motivo para reunir a la familia. Nadie sabía que iba
a ser, ni mi mamá lo sospechaba, sólo algo era seguro… eran las once de la
noche y yo… todavía no nacía.
-“Es niña, porque se está haciendo del rogar”- Fue lo que
dijo el doctor, y como ven, tuvo mucha razón. Así que mi tan esperada presencia
se concreto con una cesárea alrededor
del cuarto para las doce. Casi media noche… casi 10 de octubre… ¡casi no lo
cuento!
Tal vez la fecha de mi nacimiento influyó en mis decisiones
y gustos. Tal vez por eso me gusta el color verde y la danza árabe. Tal vez por
eso puedo combinar los deportes y el arte. O tal vez no tiene nada que ver,
pero me gusta creer que es así. Aunque claro no puedo esconder lo que no tiene
nada que ver con mi día: tengo el carácter de mi mamá, el humor de mi papá, el
esfuerzo de mi hermana, la disposición de la otra hermana, el amor de mi
perrita y mi propia paciencia.
No recuerdo el día en que nací, pero si cuando me nació la
inquietud de ser artista plástica, no recuerdo el día en que nací, pero sí
cuando nació dentro de mí la pasión por bailar salsa, no recuerdo el día en que
nací, pero nació una inmensa emoción cuando gané un concurso de pintura a nivel
UNAM.
No recuerdo el día en que nací… pero recuerdo todos los días
en que para mí, yo nací.
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